El
árbol de la vida en México
Los primeros ejemplares del Árbol de la Vida datan
del 1800 a.C. y los orígenes de su significado son inciertos.
En
un principio se creaban figurillas representando nacimientos en donde cada
personaje era creado en barro individualmente por el artesano, después se
empezaron a hacer "cuadrillas" que son series de 37 figurillas de
seres humanos y animales, son herramientas de sanación que
representan al enfermo y su circulo cercano, además de músicos e invitados. En
el periodo de mayor esplendor
de la ciudad de Teotihuacán, alrededor del año 700 d.C., los aztecas les
atribuían un simbolismo religioso: por ejemplo, se usaban en ceremonias para
expulsar espíritus malignos, o se dejaban en la cima de montañas como oferta
para los dioses. Todavía hoy se usa como incensario, una herencia de dichos
rituales.
Se sabe que Tras la conquista española, a partir de
1500, los misioneros católicos destruyeron las obras que representaban dioses
precolombinos y los sustituyeron con imágenes de santos de la iconografía
cristiana y célebres pasajes bíblicos. Fue así que la representación del árbol
de la vida, en pintura y escultura también, se convirtió en una herramienta de
evangelización de los pueblos nativos.
La artesanía del "Árbol de la Vida" sincretiza esta
fusión de costumbres locales y elementos de la tradición Católica, entendidos
de una manera muy gráfica y simplista, refleja cierto parecido con la costumbre
muy mexicana de la representación "teatral" del nacimiento de Cristo llamado
Pastorela y de la crucifixión llamado Viacrucis, que fue la manera que los
misioneros españoles encontraron para transmitir la nueva religión a los
indígenas, de una forma sencilla y atractiva pues todos los papeles eran
representados (actuados) por la población, con ayuda de los debidos disfraces y
escenografías para hacerlo interesante y llamativo hasta para los niños.
Los ejemplares realizados hoy
son el producto de un mestizaje entre costumbres locales y elementos de la
religión católica, pero a lo largo del tiempo se han introducido temas diversos
y hoy se pueden encontrar árboles de la vida dedicados a eventos festivos (la
Independencia y Revolución mexicana), la naturaleza y las fiestas populares.
Asimismo, uno de sus usos predilectos es como representación del árbol
genealógico de un artista o una familia. Antiguamente era tradición que a los recién casados se
les obsequiara con un árbol de la vida como símbolo de fertilidad y abundantes
cosechas, hoy como símbolo de felicidad y
prosperidad.
Los Árboles de la Vida se han ido diversificando y ahora se
pueden encontrar dedicados a diferentes motivos como fechas históricas
(independencia, revolución), el arca de Noé, Fiestas del pueblo, bodas, los
Voladores de Papántla, La naturaleza, incluso el árbol genealógico del
artista y por supuesto el más tradicional "La Creación"
El árbol de la vida en la cultura Celta
La
cultura celta se ha transmitido durante generaciones de forma oral. La lengua
celta no tenía caracteres para ser representada de forma escrita. Esto ha hecho
que los únicos documentos escritos de los antiguos celtas sean los de los
historiadores romanos, con la consecuente interpretación y pérdida de
conocimiento. Todo esto ha hecho que no sepamos exactamente cómo era la cultura
celta en su apogeo, y que los libros sobre el tema no digan lo mismo sobre
quiénes eran sus dioses o lo que significaban los símbolos, por ejemplo.
Depende de la fuente, variaran las fechas de los árboles o a qué protegía cada
dios, pero la esencia es la misma.
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El Árbol de la Vida – El Crann bethadh
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No
cabe duda de que los árboles tienen una gran importancia en la cultura celta.
La vida de los hombres está íntimamente relacionada con los bosques. Éstos les
proporcionan protección, cobijo, la leña que alimenta las hogueras y en ellos
se abastecen de caza y frutos necesarios para su alimentación. Algunos árboles
como el roble, son elementos sagrados a los que los celtas guardaban un
profundo respeto. Los druidas utilizaban los bosques como aulas donde impartían
sus enseñanzas y conocían profundamente los secretos de las plantas, de las
cuales extraían los ingredientes principales de sus remedios medicinales y sus
pócimas. Por lo tanto, dentro del estudio de los símbolos, es acertado empezar
hablando de los árboles, esencia de la vida.
El
árbol establece la comunicación entre los tres niveles del cosmos: el
subterráneo, por sus raíces; la superficie de la tierra, por el tronco; y el
cielo, por la copa y sus ramas. Es por tanto el eje del mundo que establece la
relación entre la tierra y el cielo. El árbol de la vida surge de un
recipiente, una vasija que simboliza a la madre tierra, de la que nace toda la
vida.
El árbol era el eje del mundo
Debido a que las raíces del árbol se
sumergían en el suelo mientras sus ramas se elevaban al cielo, el druida lo
consideraba el símbolo de la relación tierra-cielo.
Poseía
en este sentido un carácter central, hasta tal punto de que suponía la esencia
del mundo.
Son
muchas las civilizaciones antiguas que han establecido su árbol central, ése
que era tenido como el eje del mundo: el roble de los celtas; el tilo de los
alemanes; el fresno de los escandinavos; el olivo de los árabes; el banano de
los hindúes; el abedul de los siberianos, etc.
Tanto
en la China como en la India el árbol que es considerado el eje del mundo se
halla acompañado de pájaros, lo mismo sucedía con los celtas, ya que éstos
reposan en sus ramas.
Lo
considerábamos estados superiores del ser, que se hallaban vinculados, al
mismo, con el tronco del árbol.
Los
pájaros eran doce, lo que recordaba el simbolismo zodiacal y el
de los Aditya, que constituyen la docena de soles.
La misma cantidad suman los frutos
del árbol de la vida, los cuales son signos de la renovación cíclica que se
produce en todo lo vivo que hay sobre la Tierra.
el árbol cósmico
El árbol cósmico para los druidas era
el central: su savia suponía el rocío celestial y sus frutos proporcionaban la
inmortalidad (el retorno del ser o un estado paradisíaco).
Así ocurría con los frutos del árbol
de la Vida que se encontraba en el Edén, las manzanas de oro del Jardín de
Hespérides y los melocotones de la si-wang, la savia del Haoma iraní.
El hiomaragi japonés también es
valorado como un árbol cósmico, igual que el Boddhi, bajo el cual Buda alcanzó
la plena iluminación, por lo que desde entonces representa al mismo Buda en la
iconografía primitiva.
El simbolismo chino conoce el árbol
de la fusión: une el Ying con el Yang (cruzamiento de las flores masculinas y
las femeninas del árbol).
Asimismo,
las dos categorías de árboles: los de hojas caducas y los de hojas perennes están
afectados por signos opuestos: uno simboliza el cielo de las muertes y
renacimientos; y el otro representa la inmortalidad de la vida, es decir, dos
manifestaciones diferentes de una misma identidad.
En
Bolivia y Haití, el árbol no sólo es de este mundo, se yergue en el más próximo
y sube al más lejano. Va de los infiernos a los cielos, como un camino de viva
comunicación.