domingo, 29 de noviembre de 2015

LA ALIMENTACIÓN Y EL CUERPO DEL SER HUMANO

Quería comentar que en este blog ya hay muchos recursos sobre los temas que estamos viendo en clase sobre la alimentación sana y las funciones vitales del ser humano.
No tenéis más que echar un vistazo a la lista de etiquetas en la parte derecha del blog para encontrarlos. Si tenéis dificultad, me podéis avisar y os lo facilito de alguna manera.

domingo, 22 de noviembre de 2015

EL ÁRBOL DE VIDA

 El árbol de la vida en México
Los primeros ejemplares del Árbol de la Vida datan del 1800 a.C. y los orígenes de su significado son inciertos.
 En un principio se creaban figurillas representando nacimientos en donde cada personaje era creado en barro individualmente por el artesano, después se empezaron a hacer "cuadrillas" que son series de 37 figurillas de seres humanos y animales, son herramientas de sanación que representan al enfermo y su circulo cercano, además de músicos e invitados. En el periodo de mayor esplendor de la ciudad de Teotihuacán, alrededor del año 700 d.C., los aztecas les atribuían un simbolismo religioso: por ejemplo, se usaban en ceremonias para expulsar espíritus malignos, o se dejaban en la cima de montañas como oferta para los dioses. Todavía hoy se usa como incensario, una herencia de dichos rituales.
Se sabe que Tras la conquista española, a partir de 1500, los misioneros católicos destruyeron las obras que representaban dioses precolombinos y los sustituyeron con imágenes de santos de la iconografía cristiana y célebres pasajes bíblicos. Fue así que la representación del árbol de la vida, en pintura y escultura también, se convirtió en una herramienta de evangelización de los pueblos nativos.
La artesanía del "Árbol de la Vida" sincretiza esta fusión de costumbres locales y elementos de la tradición Católica, entendidos de una manera muy gráfica y simplista, refleja cierto parecido con la costumbre muy mexicana de la representación "teatral" del nacimiento de Cristo llamado Pastorela y de la crucifixión llamado Viacrucis, que fue la manera que los misioneros españoles encontraron para transmitir la nueva religión a los indígenas, de una forma sencilla y atractiva pues todos los papeles eran representados (actuados) por la población, con ayuda de los debidos disfraces y escenografías para hacerlo interesante y llamativo hasta para los niños. 

Los ejemplares realizados hoy son el producto de un mestizaje entre costumbres locales y elementos de la religión católica, pero a lo largo del tiempo se han introducido temas diversos y hoy se pueden encontrar árboles de la vida dedicados a eventos festivos (la Independencia y Revolución mexicana), la naturaleza y las fiestas populares. Asimismo, uno de sus usos predilectos es como representación del árbol genealógico de un artista o una familia. Antiguamente era tradición que a los recién casados se les obsequiara con un árbol de la vida como símbolo de fertilidad y abundantes cosechas, hoy como símbolo de felicidad y prosperidad.

Los Árboles de la Vida se han ido diversificando y ahora se pueden encontrar dedicados a diferentes motivos como fechas históricas (independencia, revolución), el arca de Noé, Fiestas del pueblo, bodas, los Voladores de Papántla, La naturaleza, incluso el árbol genealógico del artista y por supuesto el más tradicional "La Creación" 






El árbol de la vida en la cultura Celta

La cultura celta se ha transmitido durante generaciones de forma oral. La lengua celta no tenía caracteres para ser representada de forma escrita. Esto ha hecho que los únicos documentos escritos de los antiguos celtas sean los de los historiadores romanos, con la consecuente interpretación y pérdida de conocimiento. Todo esto ha hecho que no sepamos exactamente cómo era la cultura celta en su apogeo, y que los libros sobre el tema no digan lo mismo sobre quiénes eran sus dioses o lo que significaban los símbolos, por ejemplo. Depende de la fuente, variaran las fechas de los árboles o a qué protegía cada dios, pero la esencia es la misma.

El Árbol de la Vida – El Crann bethadh
No cabe duda de que los árboles tienen una gran importancia en la cultura celta. La vida de los hombres está íntimamente relacionada con los bosques. Éstos les proporcionan protección, cobijo, la leña que alimenta las hogueras y en ellos se abastecen de caza y frutos necesarios para su alimentación. Algunos árboles como el roble, son elementos sagrados a los que los celtas guardaban un profundo respeto. Los druidas utilizaban los bosques como aulas donde impartían sus enseñanzas y conocían profundamente los secretos de las plantas, de las cuales extraían los ingredientes principales de sus remedios medicinales y sus pócimas. Por lo tanto, dentro del estudio de los símbolos, es acertado empezar hablando de los árboles, esencia de la vida.
El árbol establece la comunicación entre los tres niveles del cosmos: el subterráneo, por sus raíces; la superficie de la tierra, por el tronco; y el cielo, por la copa y sus ramas. Es por tanto el eje del mundo que establece la relación entre la tierra y el cielo. El árbol de la vida surge de un recipiente, una vasija que simboliza a la madre tierra, de la que nace toda la vida.

El árbol era el eje del mundo
Debido a que las raíces del árbol se sumergían en el suelo mientras sus ramas se elevaban al cielo, el druida lo consideraba el símbolo de la relación tierra-cielo.
Poseía en este sentido un carácter central, hasta tal punto de que suponía la esencia del mundo.
Son muchas las civilizaciones antiguas que han establecido su árbol central, ése que era tenido como el eje del mundo: el roble de los celtas; el tilo de los alemanes; el fresno de los escandinavos; el olivo de los árabes; el banano de los hindúes; el abedul de los siberianos, etc.
Tanto en la China como en la India el árbol que es considerado el eje del mundo se halla acompañado de pájaros, lo mismo sucedía con los celtas, ya que éstos reposan en sus ramas.
Lo considerábamos estados superiores del ser, que se hallaban vinculados, al mismo, con el tronco del árbol.
Los pájaros eran doce, lo que recordaba el simbolismo zodiacal y el de los Aditya, que constituyen la docena de soles.
La misma cantidad suman los frutos del árbol de la vida, los cuales son signos de la renovación cíclica que se produce en todo lo vivo que hay sobre la Tierra.


el árbol cósmico

El árbol cósmico para los druidas era el central: su savia suponía el rocío celestial y sus frutos proporcionaban la inmortalidad (el retorno del ser o un estado paradisíaco).
Así ocurría con los frutos del árbol de la Vida que se encontraba en el Edén, las manzanas de oro del Jardín de Hespérides y los melocotones de la si-wang, la savia del Haoma iraní.
El hiomaragi japonés también es valorado como un árbol cósmico, igual que el Boddhi, bajo el cual Buda alcanzó la plena iluminación, por lo que desde entonces representa al mismo Buda en la iconografía primitiva.
El simbolismo chino conoce el árbol de la fusión: une el Ying con el Yang (cruzamiento de las flores masculinas y las femeninas del árbol).
Asimismo, las dos categorías de árboles: los de hojas caducas y los de hojas perennes están afectados por signos opuestos: uno simboliza el cielo de las muertes y renacimientos; y el otro representa la inmortalidad de la vida, es decir, dos manifestaciones diferentes de una misma identidad.
En Bolivia y Haití, el árbol no sólo es de este mundo, se yergue en el más próximo y sube al más lejano. Va de los infiernos a los cielos, como un camino de viva comunicación.












Cuentos De Terror: El Conde Dracula

BRAM STOKER



Para conocer aspectos sobre su vida: biografía






lunes, 23 de febrero de 2015


ANTONIO MACHADO



RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de
Sevilla,
y un huerto claro donde madura el
Limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de
Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar
no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín
he sido
-ya conocéis mi torpe aliño
indumentario-
más recibí la flecha que me asignó
Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de
hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre
Jacobina,
pero mi verso brota de manantial
sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe
su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra,
bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna
estética
corté las viejas rosas del huerto de
Ronsard;
más no amo los afeites de la actual
cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-
trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores
Huecos
Y el coro de los grillos que cantan a la
Luna.
A distinguir me paro las voces de los
Ecos,
Y escucho solamente, entre las voces,
Una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar
quisiera
mi verso, como deja el capitán su
espada:
famosa por la mano viril que la
blandiera,
no por el docto oficio del forjador
preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios
un día-;
mi soliloquio es plática con ese buen
amigo
que me enseñó el secreto de la
filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme
cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que
habito,
el pan que me alimenta y el lecho en
donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de
equipaje
casi desnudo, como los hijos de la mar.




              ANTONIO MACHADO

domingo, 15 de febrero de 2015